Siempre he tenido el anhelo de recorrer todos los recovecos del mundo. Poquito a poco, saboreando cada esquina del globo, degustando pasito a paso el secreto que se encierra bajo mis pies; sobre y dentro de mi cabeza.
Embriagándome de diversas culturas y peculiares formas de vida. Haciendo tambalear el pilar de la existencia ante la contemplación del inmenso cosmos; inhalando el humo contaminado o el aire puro de las entrañas de un bosque...
Y tras el arduo esfuerzo creeré que nada ha ido en vano, y la muerte, para entonces, ya musitará el desdichado fin.
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