Camello, león y luego niño.
¿O primero perro y después lobo?
¿Lobo estepario?
Mejor dentro de un barril.
Y vuelta a empezar,
a rodar sobre uno mismo.
Pero dime, chico.
¿Firmas tu vital decepción
con "s" de suicidio?
¿O esa "s" es de –intentar– ser?
Quizás, simplemente,
seas el propio verdugo
de tu retórica
existencial.
Pero, tranquilo, chico,
no campas impermeable
al tic-tac de la nada eterna,
porque nada es eterno,
y así queda zanjado,
al llegar al último lecho.
No hay comentarios:
Publicar un comentario