martes, 21 de abril de 2020

Geriátrico

Existe una cierta predilección
por el candor femenino sudamericano
a la hora de pasearlos bajo el sol
–tan anhelado después de horas
postrados en su silla ante la ventana
siendo pasto del embotamiento narcótico–

Algunos aceptan estoicamente su derrota
y es la mansedumbre su mejor virtud.

Otros preservan un atisbo de lucidez
y tienen la entereza suficiente
como para convertir su despotrique diario
en un gesto trágico
–¿o catártico?–.

Un cuerpo carcomido por el paso del tiempo
es una losa para una prole temerosa
de ver como todos somos arrastrados
al mismo final.

Por eso son tan pocos
los que albergan el amor genuino
–y sin previo pago–
de estar anclados
a la imprevisibilidad del esfínter ajeno…

Pero no te preocupes,
el sistema ofrece patíbulos
para las piezas que empiezan a tararse
y los recluye lejos
del jovial ambiente mundanal.